Me habla. Me habla porque sé que no puede estar sin mi. Necesita hablar conmigo aunque sólo sea para reprochar todo lo que he hecho mal. Le odio. Le sigo odiando tanto, por todo el daño que aún me sigue haciendo. Y sin embargo, tiemblo. Tiemblo al ver que me habla, con cada palabra que de sus labios oigo susurrar. Y todo un escalofrío recorre mi cuerpo.
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