Creí que sería distinto cuando te volviera a ver. Sin embargo, fuiste uno más. Fuiste uno más de aquellos que anhelaban mi ser, que creían profundamente en mí, que adoraban aquello que creían ver.
Y estabas frente a mí. Te sonreí e hiciste como que no me habías visto hasta ese momento. Nuestras mejillas se rozaron procurando no traspasar ningún límite. Todo había cambiado.
Habían pasado cinco meses desde aquel adiós y solo dos desde aquel tortazo que nos dimos contra la pared.
Era de noche, hacía frío, pero no tanto como nuestros sentimientos. Frío. No podía volver a sentir calor si me hablaban de ti.
Las lágrimas se abalanzaron sobre mi cara y no me dejaban respirar. Me encharcaron el corazón de agua y dolor por saber que tú no estás.
Estaba frente a un desconocido, frente a alguien que no eras tú. Te dije las cuatro palabras más tontas procurando oír la ansiada respuesta, "¿qué tal te va?". Y otra vez mis oídos oían respuestas que no querían, así que decidieron no escuchar.
Te diste la vuelta y yo caminé hacia el frente procurando no volver a verte. Tú caminabas hacia atrás y yo hacia delante. Cuántas cosas habían cambiado desde entonces, ¿no es verdad?
Me dijeron que te habían visto en un callejón acariciando el cuello a otra chica. Mi mundo se derrumbó. Caí, procurando recoger todos los pedazos de mi cuerpo, mente y corazón. Se había destruido. La realidad había querido mostrármelo exactamente hoy. Y, ¿quién era yo? Una engañada más en brazos de otro con cuatro copas recorriendo mi sangre ya envenenada por aquellos besos tuyos.
Yo ya no era tuya, tú ya no eras mío. Lo teníamos que haber sabido antes, pero aún seguíamos engañados, negando lo innegable. Negando que mi tiempo ya no es tuyo. Negando que nuestros caminos nunca más se van a volver a juntar.
jueves, 5 de abril de 2012
Viernes de dolor: 30 de Marzo de 2012
sábado, 24 de marzo de 2012
Retazos de un sueño
Está amaneciendo. Hemos pasado toda la noche juntos, tú a mi lado, yo a tu lado. Me has abrazado procurando que no tenga frío, has deshecho una y otra vez el nudo hemos formado con la manta. Y me has mirado intentando averiguar si es cierto esto que siento. Sobre unas cuantas piedras, de esas que adornan el suelo, hemos dormido a la luz de las estrellas. Has jugado con mi pelo queriendo no pensar. He tratado de alargar este momento sabiendo que no habrá más.
Es de día. Te levantas y doblas dos veces la manta color castaño. Desde arriba, me miras soñoliento y despistado. A veces me pareces preocupado. Te agarro la mano y te invito a parar el mundo, a tumbarme sobre tu pecho y que me hagas cosquillas aunque lo odie. Me dices que no, que es tarde y tienes que volver. Levanto la vista y te miro con cara triste, un día más se rompe este sueño.
Mientras caminamos de la mano, pensativos, tú miras hacia la izquierda y yo contemplo los árboles de la derecha. No entiendo por qué estás tan callado, a lo mejor he hecho algo mal. Llegamos al borde del precipicio, tú te sientas y me dices que yo también lo haga. El sol da de pleno en nuestras caras. Me miras y me colocas un mechón de pelo detrás de la oreja. Me susurras que me quieres mientras me dices que debemos despertarnos de este sueño.
miércoles, 21 de marzo de 2012
Diario de una vida en Madrid. 14. Lluvia en mi ventana
Las gotas golpean insistentemente mi ventana, como si me llamaran. Significa tanto y es tan poco…
Oigo el tintinear de las campanas en frente de mi balcón. Pesadas, exactas, no fallan ni un solo día a las ocho de la mañana. Aún es pronto, he decidido levantarme pronto para observar la lluvia caer.
No tengo la esperanza de que llueva durante todo el día. Aquí la esperanza es efímera. Cuando crees que tienes algo…pasa rápido a tu lado, tan solo rozandote y te lamentas por lo que has podido tener y no tienes.
Se va encharcando el alféizar de mi ventana, color marfil. Gota tras gota, segundo tras segundo se amontonan.
Una de las gotas resbala sobre la pared, se consume poco a poco y se fusiona con la pintura caliza. Sola ante la inmensidad de los edificios que se alzan frente a mí.
Llueve insistentemente, hace cuatro horas que no para de llover. ¿Debo, entonces, confiar en que lloverá todo el día?
domingo, 18 de marzo de 2012
A vueltas con la vida
miércoles, 7 de marzo de 2012
OnCeu 6: Una bomba mata a seis militares británicos en Afganistán
En el año 2001, Estados Unidos fue víctima de uno de los atentados más sangrientos de la historia. El grupo talibán Al-Qaeda se declaró autor de la masacre en la que murieron cerca de 3000 personas y más del doble resultaron heridas.
En octubre de ese mismo año, Estados Unidos e Inglaterra decidían poner al frente a sus tropas para desarrollar una misión en el país afgano. Su objetivo principal era capturar a Osama Bin Laden y derrocar su régimen. La OTAN se propuso acabar con las fortificaciones talibanes y se puso al mando de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en 2003. Es una misión en la que desplegó a sus efectivos al sur de Afganistán. Actualmente, alrededor de 35000 soldados y 37 países participan en ella.
En la madrugada de este miércoles, una bomba caminera ha explotado al paso de un vehículo acorazado en Helmand. Se trata de cinco miembros del Tercer Batallón del Regimiento de Yorkshire y uno del Primer Batallón del Regimiento del Duque de Lancaster. Las bombas camineras son las más utilizadas junto con los ataques suicidas para hostigar a las fuerzas de seguridad. Desde que la operación comenzó en octubre de 2001, la cifra de soldados británicos fallecidos se eleva a 404. Está previsto que en 2014 termine la operación, por lo que desde julio se está reduciendo el número de militares en la zona.
Las familias de los fallecidos ya han sido informadas, según ha confirmado el ministro de Defensa británico, Philip Hammond. Además, ha expresado su conmoción por el ataque diciendo que "no conseguirán que fracase una misión cuyo fin es proteger la seguridad nacional". El trabajo que desempeña un militar corre ciertos riesgos que deben aceptar. Sin embargo, no debemos olvidar que ponen en peligro su vida para conseguir el mismo objetivo: lograr la paz. Por tanto, debemos valorar su trabajo y sacrificio.
sábado, 3 de marzo de 2012
Diario de una vida en Madrid. 13. Retiro espiritual (4)
Hay una barrera entre la tormenta y yo. Ya hay una barrera.
Hay dos tipos de tormenta. La primera es la de este mundo, la que arrastra la lluvia ácida, que moja la ropa. La segunda es la peor. Es aquella que empapa tu corazón, lo humedece y cualquier sentimiento resbala. Hace daño porque no vemos las gotas ni las nubes y, por tanto, no sabemos cómo secarnos de esta.
Creo que he encontrado el remedio. Está guardado en una pequeña bolsa en una caja en mi cabeza. Creo que es esta, ya que tiene un rótulo que pone: “Solo usar en caso de emergencia”. Sí, creo que lo mío es una gran emergencia. Una necesidad.
La he abierto y la he encontrado vacía. No lo entiendo. Intento seguir buscando en el cajón de mi cabeza. Hasta que me doy cuenta de que dentro de la bolsita hay una pequeña nota de papel. Desdoblo el trozo y leo: “Si te sientes perdido, si estás vacío, búscale. Está a tu lado, sentado en ese banco o a los pies de tu cama. Basta creer para ver”. He quedado impresionada. No sé a quién estoy buscando, pero yo no veo a nadie a mi lado.
He tenido un sueño. Una figura amiga me ha hablado diciéndome que Él es a quien busco. Cuando me he despertado, obviamente, ya no estaba. He tratado de vislumbrar a alguien en mi habitación y no lo he vislumbrado lo he visto. Era Él, mi fiel amigo y compañero en el camino. Le he visto. Porque es cierto, he creído y he visto.
Diario de una vida en Madrid. 12. Retiro espiritual (3)
Un día era sábado. Me desperté temprano dispuesta a trabajar. Sin embargo, me dí cuenta de que no sabía qué día era. Saqué mi estuche de maquillaje y rellené las ojeras con un poco de base y le di color a mis ojos.
Me dispuse en la mesa con el ordenador y la carpeta llena de trabajo. Era eternamente feliz con lo que hacía pero me faltaba algo. ¿Qué era ese algo?
Comenzó en mí una lucha interna. Se empezaron a agolpar piedras en mi corazón que cada vez pesaba más. Mis ojos no podían empañarse ya en lágrimas y solo tocaba seguir.
Así seguí una semana más. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes… Y la felicidad era la misma. Seguía haciendo lo que yo siempre había querido y donde había soñado. Estaba consiguiendo llegar al punto álgido. Pero me seguía faltando algo. Me asusté de mí misma, no me podía controlar. Ya no tenía sonrisa, ahora las ojeras y la cara de cansancio eran mis nuevas compañeras. No tenía sed de vida.
Se volvió todo tan rutinario que olvidé el punto de vista de mi existencia. Me perdí entre las historias de los demás a ver si conseguía olvidarme de las mías. Y así volver a ser yo misma. Nada.
Un día me levanté de la ama y vi que no podía seguir así, que algo tenía que cambiar. Me prometí buscar una solución a esto que llevaba acechándome desde hacía varios meses y ahora me había quitado la vida por completo. Busqué una solución en cuanto pude y la encontré.
Encontré relax en un edificio a veinte minutos de Madrid. Encontré amor con Él, nos reencontramos aunque yo sabía que no se había marchado nunca de mi lado. Lloré, sufrí. Y aún me estoy desintoxicando de esa ruda monotonía. Sólo sé algo: empiezo a encontrar ese algo, la chispa de la vida.