Y ahí estaba yo, sentada frente a un periodista del que pocas veces había oído hablar y que, sin embargo, era tan importante.
Parecía humilde, nervioso y eficaz en su trabajo. ‘’No hay duda de ello’’, pensé,’’ si trabaja con Carlos Herrera debe ser realmente bueno’’.
Tan solo estuvimos cinco minutos con él y todo gracias a nuestro profesor. La sensación, los nervios que experimenté no me permitieron atender completamente a todas sus palabras. Pero pude retener en mi mente aquellas más importantes: ‘’vocación’’, ‘’dedicación’’, ‘’constancia’’ y ‘’trabajo’’.
He de reconocer que me impresionó, que cuando escuchas a alguien por la radio, la mayoría de las veces no sueles conocer su aspecto físico. Bajito, pelo marrón entrecano, un botón de la americana mal abrochado y las manos que expresaban nerviosismo. Así es Lorenzo Díaz. No le reconocería si me hubiera cruzado alguna vez con él, probablemente lo que le pase a la mayoría de sus oyentes, pero su tono de voz, inconfundible demuestra que se trata de un buen periodista.
Lorenzo Díaz, el primer periodista que conozco externo a mi Universidad… y no será el último.
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