Parecía la opción fácil del destino, pero implicaba mucho más que eso, mucho más que una apariencia disfrazada de fotos de papel.
Tomé aire, lo expulsé. Respiré profundamente hasta llegar al punto en el que pensé que podía morir asfixiada. ¡Qué decisiones más difíciles había que tomar a veces! Y eso implicaba convertirse en adulto.
Una persona adulta no lo es por sus sentimientos ni por sus ideas, sino por la edad. Eso está mal valorizado, ya que existen personas que aún conservan su capacidad pensativa como si de Peter Pan se tratara y, otras sin embargo, a su corta edad ya eran toda una promesa.
Una promesa. La decisión que implicaba que yo la determinase.
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