Te estoy escribiendo esto desde la orilla del mar.
Desde aquí todo parece mejor.
El salitre aún descansa sobre mis manos, la arena roza mi piel, esa piel que días antes has acariciado tú.
El viento mueve mi pelo, pero no consigue asemejarse al tacto de tus manos. Y tus labios... tus labios nadie podrá imitarlos.
Desde aquí todo se ve mejor.
Hay luz, hay sol, hace calor, y sin embargo, sólo faltas tú.
Es inútil evitar no recordarte cuando ocupas uno de los grandes espacios en mi vida.
Si lo pienso, creo que no te merezco. Eres tan bueno, tan increíble... que no sería capaz de imaginar mi vida junto a otra persona.
El viento sigue soplando, sigue de frente. Esto es muy relajante.
Y se me ocurren entonces mil ideas que puedan traerte aquí, a esta playa tan perfecta como tú.
El cielo ahora está nublado, pero sigue habiendo luz, tan clara, traslúcida y transparente.
Y ahora me acuerdo de toda la gente que vas dejando por el camino debido a diversos motivos. Da pena, hace daño, a veces incluso llegas a negártelo una y dos veces. Pero yo no quiero que tú me dejes en el camino. Yo quiero que tú me acompañes en ese camino, en cada pasito que dé, por muy pequeño que sea.
Porque no importa lo lejos que estemos el uno del otro. Porque aquí (desde el mar) o desde cualquier parte del mundo yo te voy a querer igual.
Sólamente no te sueltes nunca de mi mano.
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