Ansiosa se despierta entre sombras que la acarician.
Aún es temprano, pero puede sentir el bullicio en sus arterias principales.
Coches que se mueven despacito planeando a dónde ir, y personas que, desde lo alto, son pequeños puntos que se desplazan de un lugar a otro.
Empieza a respirar, siente jadeante el eterno fervor de los primeros motores que despiertan a su paso.
Ardientes campanas que buscan su esplendor.
Rápida, afanosa. No debe decepcionar a nadie, hoy tiene planeadas más de mil visitas.
Sórdida y lejana la sueñan algunos. Pilar esencial de una gran madre.
Guía al mundo y nadie la guía a ella.
Avanza, rápido. Excéntrica. El núcleo se une a ella.
Tupidos edificios se alzan a su paso, a más kilómetros que vida ella tiene, esta joven que se ve reflejada en sus aguas.
Avanza, rápido. Encuentra el bullicio de los golpes, del olor que miles de perfumes respira.
Rápido, avanza. El garzo cielo se refleja en sus ojos.
Nadie puede contra ella. Gran gigante Nueva York.
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