Estruendosa precipitación de colores,
sonrisas que divagan
por los frondosos bosques.
Anhelo fragante de luz,
deseo de nada entre las flores.
Un genio se detiene frente a mí,
yo le invito a sentir.
Miel áurea del vivir,
nácar son las manos del genio Creador.
Exiguo dolor que yace
a la amnesia ya adherido.
Ya en la verde sobrefaz,
dibujado camina un tulipán.
Luz de luz,
níveo deseo del padecer hermoso.
Corre por las sendas.
¡Corre! Soledad no existe.
Y, frente a un arroyo,
cristalina agua hace palpitar.
Alambica prioridades,
elimina resabios anteriores
No quiero ver negro,
eso ya lo olvidé,
ahora quiero ver al sabio cedro
que me hace crecer.
Divagan pensamientos,
rompen las rutinas,
sonríen a la vida,
sumergen la repetición de melodías.
Ideas infinitas,
crisálidas navegantes
hacia el mar de sueños.
Sólo tú me puedes ver,
espejo que reflejas
el deseo de existir.
Progresas, invades mi jardín,
me animas a vivir
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