¿Y dónde estás? ¿Dónde estás, que desde entonces no te he vuelto a encontrar?
Escucho tus pasos, sigilosos, que se desplazan suavemente hacia el salón.
Yo te sigo, pero cuando llego ya te has ido.
Aún no sé por qué has partido, dejándome a mí sola en el hastío.
Vuelve, vuelve a mí. A mi existencia, a mi ser.
Tráeme la vida, devuélveme la alegría.
Sé que no te quisiste ir, que sólo fueron unos días en los que yo no te necesitaba y bien, ahora no soy nada sin tu poesía.
Vuelve. Vuelve, te lo suplico.
No me he dado cuenta y ya has regresado a mí.
Oh, dulce inspiración de melodías.
Te he mirado a los ojos. Me has pedido perdón.
No volveremos a dejarnos nunca más.
¡Sí! Nos daremos nuestros espacios, pero mi mano no la soltarás.
Gracias por volver a mí.
Sin ti no sabría vivir.
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