Las gotas golpean insistentemente mi ventana, como si me llamaran. Significa tanto y es tan poco…
Oigo el tintinear de las campanas en frente de mi balcón. Pesadas, exactas, no fallan ni un solo día a las ocho de la mañana. Aún es pronto, he decidido levantarme pronto para observar la lluvia caer.
No tengo la esperanza de que llueva durante todo el día. Aquí la esperanza es efímera. Cuando crees que tienes algo…pasa rápido a tu lado, tan solo rozandote y te lamentas por lo que has podido tener y no tienes.
Se va encharcando el alféizar de mi ventana, color marfil. Gota tras gota, segundo tras segundo se amontonan.
Una de las gotas resbala sobre la pared, se consume poco a poco y se fusiona con la pintura caliza. Sola ante la inmensidad de los edificios que se alzan frente a mí.
Llueve insistentemente, hace cuatro horas que no para de llover. ¿Debo, entonces, confiar en que lloverá todo el día?
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