Lejos de los calificativos que le han sido dados (atendiendo a éstos como ‘loco’), a Miguel de Unamuno se le puede considerar un filósofo del siglo XX. O por lo menos lo es para mí.
He de reconocer que no he leído la mayoría de sus obras y escritos pero no es necesario hacerlo para sacar la vaga conclusión de lo que es, una persona inteligente.
Basta observar cómo, con impecable pulcritud, dialoga con sí mismo a través de los personajes creados.
Profundiza sobre los valores de la vida, el amor, la muerte, Dios, la filosofía.
A través del amor, Unamuno se adentra en el misterio de descubrirlo, de seguir los impulsos del corazón que, como una fuerza invisible, llevan al protagonista de la ‘’nivola’’ a la parte más ínfima de la locura.
Un tipo de locura que desarrolla el personaje que le arrastra hasta tal punto de querer rebelarse contra el autor, preguntándose si está vivo, muerto o es un simple producto de la imaginación de Unamuno. Entre ellos, mantienen un diálogo al finalizar la historia para poder llevar a buen término el desenlace del libro. El protagonista, al enterarse de lo que el autor pretende hacer con él, se rebela contra éste provocando, a su vez, un diálogo filosófico entre ellos.
Unamuno nos relata las taras del propio ser humano, la indecisión y la pérdida del tiempo buscando lo que no sabemos que tenemos delante de nosotros mismos.
Desde Aristóteles hasta Kant, pasando por Sócrates o Platón; Unamuno realiza un recorrido por la filosofía de estos aplicándola a la forma de vivir de Augusto Pérez, el protagonista.
No olvida mentar a Cervantes y Don Quijote y el lector puede equiparar la situación de locura que viven ambos personajes pero en diferentes épocas y por diferentes motivos.
Una vez más, el escritor narra una historia armoniosa, con un léxico que le hubiera donado el fidedigno sillón de la Real Academia de la Lengua Española.
Inconfundible su símbolo sobre la Creación del Hombre, sobre esa fuerza todopoderosa que controla y maneja nuestro destino a su antojo. Sigue, en este libro, mostrando su incapacidad por comprender que haya un ente superior al Hombre que decida libremente el transcurso de la vida aunque, a pesar de todo ello, se considere seguidor de Dios.
Unamuno consigue embelesar y enganchar al lector desde la primera frase de su libro hasta la última, obteniendo así el reconocimiento de éste.
Un hombre que, personalmente, considero como único en pensamiento con el cual puedo sentirme identificada. Que, a pesar de vivir ambos en épocas distintas, sigue predominando el sentimiento con el que plasma lo que es la aventura de vivir, el amor, los miedos, la inseguridad, el miedo por no creer, los entresijos de la vida y la muerte.
Sin duda alguna, uno de los escritores inmortales de la literatura española es Miguel de Unamuno.
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