A veces me dan ganas de tirar esa llave, esa maldita llave que tantas promesas encerraba. Tirarla por la ventana y que vaya muy, muy lejos y que no regrese. Olvidar todo aquello que aún, como un candado, encierra.
Es entonces cuando me doy cuenta de que no es el momento de abandonar, que a veces hay algo que merece la pena por lo que luchar.
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