sábado, 29 de octubre de 2011

Aspiramos a la felicidad eterna

Aspiramos a la felicidad eterna, la buscamos en las cosas más ínfimas:

Gracias por una de las mejores noches de mi vida. Lo seguiré creyendo también en el futuro .
Hasta hoy no me había detenido a pensar que mi felicidad eres tú.
Te quiero

28 May, 05:09

Amor, ya no eres un nombre, ahora tienes dos apellidos, has pasado a ser casi un desconocido y yo no lo he impedido.

Un te quiero más grande que todo el universo.

Por echar de menos…echo de menos hasta sus pasos.

Y es que yo te he echado de menos, me has hecho feliz cada día y cada instante, arriesgaría todo por estar contigo. Tú, te, contigo, la única forma de la felicidad

Observar, con los ojos empañados en lágrimas, cómo la felicidad escapa, corre, huye de ti y tú no puedes hacer nada, tan solo esperar porque quieres creer que algún día volverá.

Los sueños, sueños son, pero el futuro es quien decide.

Si algún día recuerdas lo que hiciste, recuerda también lo feliz que llegué a ser contigo.. la persona más feliz del mundo, no miento.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Diario de una vida en Madrid. 5. Lorenzo Díaz

Y ahí estaba yo, sentada frente a un periodista del que pocas veces había oído hablar y que, sin embargo, era tan importante.

Parecía humilde, nervioso y eficaz en su trabajo. ‘’No hay duda de ello’’, pensé,’’ si trabaja con Carlos Herrera debe ser realmente bueno’’.

Tan solo estuvimos cinco minutos con él y todo gracias a nuestro profesor. La sensación, los nervios que experimenté no me permitieron atender completamente a todas sus palabras. Pero pude retener en mi mente aquellas más importantes: ‘’vocación’’, ‘’dedicación’’, ‘’constancia’’ y ‘’trabajo’’.

He de reconocer que me impresionó, que cuando escuchas a alguien por la radio, la mayoría de las veces no sueles conocer su aspecto físico. Bajito, pelo marrón entrecano, un botón de la americana mal abrochado y las manos que expresaban nerviosismo. Así es Lorenzo Díaz. No le reconocería si me hubiera cruzado alguna vez con él, probablemente lo que le pase a la mayoría de sus oyentes, pero su tono de voz, inconfundible demuestra que se trata de un buen periodista.

Lorenzo Díaz, el primer periodista que conozco externo a mi Universidad… y no será el último.

miércoles, 12 de octubre de 2011


Nos engañamos y hasta el momento no nos hemos dado cuenta.
Creemos que podemos vivir así pero no podemos continuar con nuestra vida.
Me quieres, te quiero; de eso no cabe duda. Me engaño, te engañas; vivimos algo que ya no es nuestro.
Creer que podemos, ver que sufrimos, darse cuenta de cómo todo se viene abajo y nosotros, sin embargo, no hacemos nada.
No sabemos ni hasta dónde llegar, ni dónde parar, no tenemos un punto medio, tenemos un mal destino o, quizá, di que nos querremos toda la vida.

martes, 11 de octubre de 2011

¿Una despedida.. más?

¿Qué se le dice a la persona de la que estás enamorada en una despedida? ¿Cómo te despides sabiendo que ese adiós indica un ‘’hasta siempre’’?

Aún no lo he asimilado y, sin embargo, ya sé todo a lo que eso conlleva. Conlleva a tener que seguir mi camino con tantas piedras en cada paso, a que la cuesta arriba sea muy empinada, a que cada anochecer no sea esperando un ‘’¿Qué tal?’’, a que se te corte la respiración sabiendo que algún día llegará.

El tener y querer, sin embargo es no tener aun queriendo como al que más.

Mis días son tuyos, mis noches, eternas. Te echo de menos y, en cambio, ya no es lo mismo. Cuatro meses sin apenas acariciar una sonrisa, sin ver su imagen, su figura, sin oler su perfume.

Cuatro meses, que sin embargo, se vierten en cuatro días para volverle a ver. ¿Y era esto lo que queríamos? ¿No íbamos a dejar de vernos? El futuro, el destino y la casualidad, todos en uno, nos retan a que volvamos a ser uno, si no ¿de qué sirve seguir así?

lunes, 10 de octubre de 2011

Darse cuenta de lo inevitable


Cuando te das cuenta de que ya nada merece la pena, de que todo lo pasado pertenece a otra época. Que ya no tienes tiempo, que nada es tuyo.

Cuando te das cuenta de que ya le has perdido, que él no es tuyo, que no eres suya. De que le quieres más que a nadie, que seguirías luchando por él cada minuto de tu vida, pero al final ya todo ha cambiado.

Me doy cuenta de que he perdido su colonia, su olor ya no está rozándome; sus besos no son los mismos y quizá…quizá ya no me quiere.

No es un adiós, sino un hasta siempre… o un hasta luego.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Rarezas

De repente no entendía nada. Ni tan siquiera estaba segura de saberlo. Era algo que tenía que venir desde mi propia imaginación y viajar hasta el infinito.

El mar estaba en calma, la noche era estrellada pero nadie podía ver lo que mis ojos ya conocían.

Me asustaba de mi misma, corría hacia la lentitud de la noche que caía con el día tronchando una amarga sonrisa.

Mi mundo era pequeño, mi corazón llamaba a la esperanza pero nadie entendía lo que en mi cabeza pasaba.

¿Dónde vas? ¿Hacia dónde corres? ¿Cuál es tu misión si nunca buscas un objetivo? Vivir sin miedo, viajar luchando, no temer al fin que corre por el firmamento.

sábado, 1 de octubre de 2011

Diario de una vida en Madrid. 4. Un hombre solitario y singular

Un hombre solitario y singular que camina frecuentemente por Gran Via se adentra en las entrañas del subterráneo de Callao. Siempre con maletín, corbata o una flor.

Apresuradamente baja las escaleras y, como si de un golpe de suerte se tratara, coge el convoy que está a punto de salir.

Se sienta siempre en el mismo asiento, frente a mí. Quizá manías de los dos. Hace ya mucho tiempo que coincido con él, su rostro es amable aunque algo cansado.

Quizá es un empresario que se dirige a otra reunión o un padre de familia atareado que se pasa el día en la oficina. En ambos casos, su rostro sólo refleja el certero pasado de la felicidad.

Conozco todos sus rasgos, así como sus movimientos. Él debe saber que yo siempre le observo, me produce a veces ternura.

A su lado, unas veces se sienta una niña agarrada a la mano de su madre, otras un inmigrante subsahariano y otras veces un estudiante con prisa. Yo me he fijado pero él sigue impasible en cada nueva parada de metro.

Han pasado ya seis estaciones, ha llegado a su destino el cual prefiero no desvelar para no revelar su identidad.

Quizá soy una soñadora inconformista, pero ¿debemos conformarnos, sin embargo, con no soñar?