sábado, 28 de enero de 2012

A veces debemos ser valientes cuando la cobardía nos ataca por la espalda.

martes, 24 de enero de 2012

Diario de una vida en Madrid. 8. Ceniza en mi habitación

Prendo el mechero. Lentamente la llama se eleva. El gas azul butano enciende mi cigarro.

Doy una calada al Marlboro que estaba escondido en el cajón. Inhalo todo el humo que va llenando por completo mi habitación.

Observo el cigarrillo. Lentamente se consume, poco a poco se termina.

Me recuerda a la vida. Una vaga llama que enciende nuestro ser para que comience a vivir. Pero irrespetuosamente, tras cada calada, se va consumiendo. Tratas de dar caladas más lentas, más profundas, que alarguen los momentos en los que tu cuerpo asimila las nuevas situaciones.

Tras una, llega otra, y así constantemente. Y llega un momento en el que la llama de tu cigarro se apaga para convertirse en colilla. Toda la ceniza esparcida en el cenicero son retazos, recuerdos de un cigarrillo más, de otro más que ha contribuido a hacer todo más intenso.

La vida es eso. Está llena de momentos en los que debemos darle una calada intensa a nuestro papel con tabaco, aprovechar la nicotina que lentamente se funde en nuestro cuerpo. Ese placer intenso de vivir, calada por calada, cada momento.

Con la gran diferencia de que una vida no se puede suplir con otro cigarrillo más.

jueves, 5 de enero de 2012

Hay muchos tipos de amor

Dicen que no es fácil sobrevivir a un amor que te ha marcado durante un tiempo. Lo confirmo y no lo desmiento.
Si se ha acabado tiene sus razones. ''Dos no pelean si uno no quiere'' o, en este caso ''dos no luchan si uno no quiere''.
De luchar se trata, de luchar y seguir adelante o salir a flote.

El problema que tenemos lo seres humanos es que, de tanto amor que podemos dar, podemos llegar a ser demasiado pasionales. Yo lo soy.
Entregarse al cien por cien, no esperando nada a cambio. Ese es el verdadero amor. Que algunas veces resulta no ser correspondido. Ese ya no es mi caso.
El amor se acaba, se esfuma o se corta de raíz porque ya no se puede respirar por culpa de tanta presión. Ese último es mi caso.

Pero no hablamos de mi caso, o de mucho suponer.
El verdadero amor no es el que refleja el sexo opuesto, ese que te mima, te besa, te dice cada día ''te quiero'', te hace intensamente el amor, se mira en tus ojos, te entiende...

Hay muchos tipos de amor. Está claro que ese es uno de ellos.
Pero hay formas diferentes de amar y ser amado.
Buscar en lo más normal algo que lo diferencie de lo demás.
Pequeñas sorpresas que abren un mundo, que ilusionan. Quizá no es para esa otra persona, quizá es para tu hermano, tu madre o, hasta tu perro. No importa. Hay muchos tipos de amor.
Sin embargo, siempre incidimos en lo superfluo. Alguien puede no tener pareja pero sentirse íntegramente correspondido con el amor que siente hacia su mejor amigo. No es necesario convivir con alguien para obtener eso que algunos llamamos felicidad.

La felicidad se esconde debajo de las piedras, o eso creemos. En verdad, la felicidad siempre ha estado ahí, no se escapa de nuestro lado, simplemente hay que saber verla.
De los errores se aprende. No es otro dicho, es otra gran y cierta verdad. Si erraste, ya llegará otra oportunidad para que, esta vez, no yerres.
Porque no siempre es dar y dar y dar y dar... También es recibir.
Algunos piden muy poco, a lo mejor una mirada, a lo mejor una caricia. Muy poco. Algo que está al alcance de todos y el dinero no puede comprar.
Qué fácil resulta a veces hablar, tan solo palabras. Pero todo hay que demostrarlo con gestos, con símbolos que se materialicen en señales.

No es más verdadero el amor que sentimos hacia nuestra pareja que el amor que sienta el otro por su amiga. Simplemente son distintas maneras de amar. Distintas formas de encarnar el verbo amar.
Es necesario amar... y ser amado. Ser amado y amar. Ambos términos van unidos, de la mano. En el momento en el que falta uno, se va apagando esa pequeña llama de la felicidad. Pero, resulta que la felicidad es como un ave fénix, vuelve a resurgir de sus cenizas. Y eso es lo que los seres humanos no apreciamos. La felicidad de las pequeñas cosas. La felicidad que se esconde hasta en lo más ínfimo.
Felicidad y amor, amor y felicidad. Ambos términos son sumatorios. Sin ellos, una parte de nuestro ser pierde su sentido. Porque nuestro ser está compuesto de eso. El ser humano, sin eso, no es humano, es tan solo ser.

Pues eso, que hay muchos tipos de amor.

miércoles, 4 de enero de 2012

Buenas noches y buena suerte.

-¿Te acuerdas de aquel paseo hasta el cine?
-Sí, ¿por qué?
-Fue el mejor paseo de mi vida.

Y el mío también. Y siempre lo será.
Dos sueños unidos que se han escindido en dos nubes distintas. Y que, por el momento, ya no volverán a unirse nunca más.
Por saber si me esperabas, yo propuse hasta matar.
Por saber si me esperaste, yo propuse aguantar.
Por saber si me esperases, si ahora esperases, yo ya no quiero saber más.

martes, 3 de enero de 2012

¡Basta ya!

Una espiral de círculos que se mueven. Que no paran de moverse. En mi cabeza. Giran lentamente y chocan unas contra otras. Chocan entre sí, sin parar, hacen daño pero persisten en mi cabeza.
Los recuerdos de la memoria, la memoria de la tristeza, la tristeza empañada y el empeño de no volver.
De querer creer, de saber poder, de mirar atrás y nunca más regresar.
Lo intento y no miro, insisto y persisto. ''No quiero'', me aguanto. ''No puedo'', lo intentas.

Gira en mi cabeza como pequeños recovecos de colores, negros , marrones y hasta amarillos. Todos ellos bien distintos.
Me rindo, no puedo, creo que debo. ''Es tarde'', me voy. Si insistes un poco más lo vas a perder. Lo pierdo, ¿qué más? Proponme otro reto, no necesito a nadie más.
A ti, no te quiero. A ti, yo te debo. A ti yo te espero y sin embargo yo muero. Me desespero pensando que pudo y no fui capaz al final. De volver al final, de volver a creer en un túnel hacia la eternidad.

¿Cuántas páginas empañadas? ¿Cuántos cristales en blanco? ''¿Por qué?'', insiste. No puedo contestar, no debo, no quiero, no puedo. ¡Basta ya!

Basta ya de esa nube de recuerdos, de historias ya vividas que no dejan ver el vago sentimiento de la eternidad.
Me duelen los dedos, tecleo y no puedo. ¡No debo!
Grita en mi cabeza, grita ahora que puedes, ahora que nadie te oye. Grita porque solo yo voy a saber de ese latido, de algo que ya ni duele ni vuelve.


Y ahora...ahora..ahora ten en cuenta que esto tan solo es un mero recuerdo más, nunca más será un vaticinio de esperanza. Nunca más.