jueves, 5 de abril de 2012

Viernes de dolor: 30 de Marzo de 2012

Creí que sería distinto cuando te volviera a ver. Sin embargo, fuiste uno más. Fuiste uno más de aquellos que anhelaban mi ser, que creían profundamente en mí, que adoraban aquello que creían ver.
Y estabas frente a mí. Te sonreí e hiciste como que no me habías visto hasta ese momento. Nuestras mejillas se rozaron procurando no traspasar ningún límite. Todo había cambiado.
Habían pasado cinco meses desde aquel adiós y solo dos desde aquel tortazo que nos dimos contra la pared.
Era de noche, hacía frío, pero no tanto como nuestros sentimientos. Frío. No podía volver a sentir calor si me hablaban de ti.
Las lágrimas se abalanzaron sobre mi cara y no me dejaban respirar. Me encharcaron el corazón de agua y dolor por saber que tú no estás.
Estaba frente a un desconocido, frente a alguien que no eras tú. Te dije las cuatro palabras más tontas procurando oír la ansiada respuesta, "¿qué tal te va?". Y otra vez mis oídos oían respuestas que no querían, así que decidieron no escuchar.
Te diste la vuelta y yo caminé hacia el frente procurando no volver a verte. Tú caminabas hacia atrás y yo hacia delante. Cuántas cosas habían cambiado desde entonces, ¿no es verdad?
Me dijeron que te habían visto en un callejón acariciando el cuello a otra chica. Mi mundo se derrumbó. Caí, procurando recoger todos los pedazos de mi cuerpo, mente y corazón. Se había destruido. La realidad había querido mostrármelo exactamente hoy. Y, ¿quién era yo? Una engañada más en brazos de otro con cuatro copas recorriendo mi sangre ya envenenada por aquellos besos tuyos.
Yo ya no era tuya, tú ya no eras mío. Lo teníamos que haber sabido antes, pero aún seguíamos engañados, negando lo innegable. Negando que mi tiempo ya no es tuyo. Negando que nuestros caminos nunca más se van a volver a juntar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario