sábado, 15 de enero de 2011

Tocar tu pelo es como estar en el cielo

Su mirada se clavaba en mí. Fija pero intensa. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando me habló. Y unas palabras encadenaron a otras.
Cualquiera que estuviese a mi alrededor podía percibirlo. En aquel momento, era la persona más feliz del mundo.
No importa el alcohol que me acompañaba y seguía mis pasos, rozándome.
La noche nos envolvió con su manto. Nos llevo a pasear entre coches y personas. Nos llevó a contarnos miles de historias. A querer que el tiempo no pasase, que se pare.
Y los rayos de luna inundaban nuestras pupilas. Nos íbamos haciendo grandes.
Un tímido beso llegó. Era esperado, perfecto, suave.
Me fui acostumbrando al roce de sus labios, a su respiración. A tenerle cerca. A poder tocar el cielo con los dedos.
Los minutos iban pasando pero él se hacía mío. Las ganas y la complicidad. Todas aquellas situaciones que llevaron a encontrarse a dos personas iguales.
¿Y qué pasa si le pierdo? ¿Qué pasa si le olvido? ¿Qué pasa si todo ha sido un sueño?
Los sueños duran poco y, al fin y al cabo, sueños son. Presiento. Espero que el continuo avance siga, despacito, poco a poco.
Tampoco espero despertarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario