viernes, 11 de marzo de 2011

El miedo no lleva a ninguna parte

Qué miedo de enfrentarse a algo nuevo.
Estremecerse del miedo, ya no temblar del frío.
Malévolo, estrepitoso.
No nombrar sin palabras, no volar sin saber.
Ver el miedo que se asombra por las calles, que lentamente se desliza en tu retina y por rutina entra en tu lugar.
Creer que la ilusión no está perdida. ¡Iluso el que piensa y no va a existir!
¿Y tú piensas que yo te busco? Ignorante de la vida, fiel sucesor del miedo.
Busca. Busca y no encontrarás nada. Porque el que busca nada divisará.
Y veo chiquillos pasar que, ávidos, quieren dirigirse hacia la escuela.
Y veo señoras en traje, cargadas de ilusiones y pensamientos.
Y alguien luego se los destruye. Destruye todo lo que ha existido, todo lo que he vivido.
Vuela. De camino airoso, de sutil enfermedad.
Mañanas durmiendo entre escombros, caminares sin luz en la oscuridad, amaneceres que ya están rotos.
No quiere, no busca, no fluye. Nadie le va a encontrar.
Porque el que busca y no encuentra, cuerdo será.

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